Del frígido Pirene

Del frígido Pirene
Al Calpe nebuloso,
Del Tajo caudaloso
Al fértil Guadalviar.
Del Evangelio santo
La dulce voz resuene;
De paz y gozo llene
Las almas sin cesar.

Las sombras disipando
De todos los errores,
Esparza sus fulgores
Cual esplendente luz.
Y anuncia a los mortales
Que borra su pecado
El que menospreciado
Murió sobre la cruz.

De vanos simulacros
Húndanse los alteres
Que levantó a millares
La humana ceguedad.
Del hombre con fe viva,
El culto reverente
Se rinde solamente
A la Divinidad.

No más profanos ritos,
No más supersticiones;
A Dios los corazones,
Pues suyos son, se den.
Del Hijo sacrosanto
Venere el dulce nombre,
Que en Él encuentre el hombre
Salud, reposo y bien.

¡Señor!, la mies es mucha,
Son pocos los obreros.
Levanta misioneros
En esta tu nación.
Hasta que tu Evangelio
Resuene por doquiera,
Y obtenga España entera
De ti la salvación.
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