Eleva, alma mía

Eleva, alma mía, tu mente a los cielos,
Y allí en luz y gloria contempla al Señor;
No temas humilde llegarte a Su trono
Que es trono de gracia fundado en amor.

Temiera, Dios mío, si en propia justicia
Osara apoyado llegar hasta Ti:
Mas hora tu misma justicia soy hecho
En Cristo que ha dado Su vida por mí.

Me acerco cual hijo que viene a Su Padre,
Cual hijo que acude gozoso al hogar,
Y el grato reposo, las tiernas caricias
Que explayan el alma, desea gozar.

Me acerco, y postrado delante del trono
Do irradian la gracia, perdón y salud,
Humilde te adoro, y ansío ofrecerte
El fiel homenaje de mi gratitud.

Ansío mis voces unir a las voces
Del coro que eleva cantar celestial;
Y en santa armonía loar Tus bondades,
Tu eterna justicia, Tu gloria inmortal.

Acepta, Dios mío, mi ofrenda, aunque pobre;
Conozco humillado su escaso valor:
Mas hágala grande, valiosa a Tus ojos,
El nombre adorado de Cristo el Señor.

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