Señor, en Ti yo creo

Señor, en Ti yo creo
Y siempre creeré;
En mi alma harás que brille
La antorcha de la fe.
Al cielo, ¡cuántas veces
Alcé en mi aflicción
La vista, y dulce alivio
Bajaba al corazón!

Si cuando entorno miro,
No encuentro humano ser
Que mis dolores pueda
Calmar, ni comprender;
Tú curas mis heridas,
Compartes Tú mi cruz,
La fe en Tu amor me inunda
De nueva y clara luz.

Es grato, si sufrimos
En horas de ansiedad,
Saber que desde el cielo
Nos miras con piedad;
Que cuentas nuestras penas,
Que ves el gran dolor,
Que escuchas nuestros ayes
Y envías tu favor.

¡Señor, bendito seas,
Bendito veces mil!
Pues, aunque el mundo artero
Su red nos arma hostil,
En nuestro pecho enciendes
La llama de la fe,
Y mundo y red podemos
Hollar con nuestro pie.

La fe que al hombre anima,
Tu más precioso don,
Es luz en las tinieblas,
Alivio en la aflicción,
Amparo al desvalido,
Al náufrago salud,
Tesoro de alegrías,
Cimiento a la virtud.

Por eso yo te adoro,
Por eso creo en Ti,
De quien favores tantos
Sin precio recibí.
Confirma y acrecienta,
Señor, mi humilde fe;
Y cual soy tuyo ahora,
Por siempre lo seré.

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