Tu ley, Señor, es pura
  Tu ley, Señor, es pura más que el oro
  Que con el fuego acrisolado queda,
  Y por eso tu siervo la ama tanto,
  Y sigue con tanta pasión sus huellas.
 
  Tan sabia siendo, prudente y perfecta,
  De tantas luces, de dulzura llena,
  Y sobre todo, siendo de tu mano,
  Tu ley, cual tú mismo, ¡oh Dios!, será eterna.
 
  Pero no puedo yo profundizarla
  Con tanta claridad como quisiera;
  Dame tu luz, mi Dios, para que mi alma
  Mejor la penetre, mejor la entienda.
 
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