Jesús de los mortales
Jesús de los mortales,
Celeste medicina,
Benigno oído inclina
A nuestra petición.
En pro de los enfermos
Rogamos tus favores;
Que temples los rigores
De su tribulación.
Morando entre los hombres
Mostróse tu potencia,
Y con dulce clemencia
Brindabas la salud.
De ti la recibieron
El manco y el postrado;
Y hasta el amortajado
Salió de su ataúd.
Patente y conocido
Tu amor de todos era;
Ninguno que sufriera
En vano a ti acudió.
El lecho en que yacía
Abandonó el tullido,
El sordo tuvo oído
Y el ciego la luz vio.
Acoge de tu pueblo
Las súplicas fervientes,
Y a todos los dolientes
Visita con bondad.
Y al par que los consuelas
Y sus dolores calmas,
Concede fe a sus almas
Paz y seguridad.
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