En pasando los umbrales
Del palacio del Señor
Se borraron las señales
De sus luchas y temor;
Ni un gemido, ni una pena,
Ni un quejido de dolor,
Ni un sollozo de tristeza,
Ni una sombra de terror.
Y si paso por el valle
Yo no sentiré temor,
Porque tú estarás conmigo,
Consoládome, Señor.
Tomarás, Señor, mi mano
Y yo te conoceré,
Para siempre en tu presencia
Con los míos estaré.
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